lunes, 16 de julio de 2007

A Sant Cugat, un rato nada más


El monasterio de Sant Cugat me fascina. El rosetón gótico de la fachada principal me transporta a esos años en que la luz era un tesoro. Las vidrieras, el altar y el órgano me gustaron mucho. El claustro es muy relajante y los jardines que envuelven el monasterio le dan ese aire medieval. Al salir del monasterio, nos compramos en una terracita un granizado y una orchata y nos quedamos más fresquitos que un aire acondicionado en el polo norte...